miércoles, 14 de mayo de 2014

Análisis de las causas

Hemos identificado la reducción del cauce y la perdida de cobertura vegetal como las principales causas de nuestra problemática. Ahora pasaremos a analizar cada una de estas con algo más de detalle.

El cauce del barranco
El conjunto de sistemas que conforman el cauce de un barranco es amplio y complejo, siendo cualquier esquematización del mismo una drástica simplificación de los procesos de regulación cibernética, así como flujos de materia y energía que allí tienen lugar. Asumiendo esta simplificación, podemos describir en el cauce al menos tres sistemas distintos:





Un primer sistema A, es el encargado del desagüe en condiciones habituales. Es por aquí por donde transcurre de forma más o menos constante y sin gran energía el agua de escorrentía propia del régimen pluviométrico propio de la cuenca. En este sistema es de esperar que se acumulen lodos y arenas de granulometría fina, y éste aparecerá generalmente serpenteando entre escombros de mayor porte, donde se asentará la vegetación riparia potencial de la zona. El cauce A puede hallarse en nuestro caso normalmente seco, al menos en superficie, pese que a nivel freático siga transcurriendo el agua.

En el sistema B, encontraremos como explicamos la vegetación riparia, así como escombros de mayor porte y cierta profundidad de suelo. Por aquí transcurre el agua en periodos de tiempo relativamente cortos tras los eventos de precipitación. Si bien puede igualmente serpentear, es de esperar que sea un sistema más lineal y en cualquier caso, más estable en el tiempo. Se encuentra en relación directa con el anterior, recogiendo el agua que se desborda del cauce habitual A tras una fuerte precipitación.

La cuenca del barranco propiamente hablando, el accidente topográfico, está en su mayor parte conformado por el sistema C. Se trata de un cauce escavado en las paredes normalmente de gran profundidad y con carácter más o menos abrupto, evidenciando su origen en eventos catastróficos. En los fenómenos puntuales de muy elevadas precipitaciones, que sucederán con mayor o menor frecuencia dependiendo de la meteorología y climatología dominantes en la cuenca, los cauces A y B se ven rápidamente desbordados, siendo el sistema C el encargado de gestionar no solo el incremento en el flujo de materia (agua y escombros), sino el gran aumento de energía que la avenida trae consigo. Al ser un sistema amplio, con elevadas paredes, buena parte de la energía cinética arrastrada por el torrente de agua se disipa a lo largo del sistema C.





Al observar las fotos de la desembocadura del barranco, identificamos rápidamente la ausencia de un sistema C definido, habiendo éste sido eliminado como parte de la obra al encauzar. Los sistemas A y B funcionan con relativa normalidad, pero en el evento de una gran avenida el barranco carece de los mecanismos necesarios para disipar el gran aumento de energía que se produce en su cauce. Aún más, si progresamos a lo largo de la obra llegaremos rápidamente a este punto:




Aquí vemos como la aparición de una rampa de acceso, así como las instalaciones deportivas suponen una drástica reducción del cauce en ese punto. Se forma así un serio cuello de botella, en el que la energía cinética del flujo de agua no solo se disipará, sino que con toda probabilidad aumentará dada la necesaria aceleración del agua para mantener el flujo en un espacio ahora menor.


Remontando el barranco encontraremos diversos puntos en los que la estructura funcional del mismo se conserva, así como otros muchos en los que las obras la han alterado seriamente. Cada uno de los impedimentos al flujo normal de agua durante una avenida aumenta la energía del torrente aumentando así su capacidad erosiva, su poder destructivo y en definitiva, su peligrosidad.







La vegetación

El proyecto contemplaba en su origen el ajardinamiento de grandes zonas en las laderas del barranco, así como la introducción de especies propias en aquellos lugares en los que las condiciones del cauce lo permitan. La realidad sin embargo es que buena parte del ajardinamiento no fue finalmente llevado a cabo, y en aquellos puntos en los que si se realizó, la falta casi absoluta de mantenimiento hace que no cumpla su función estética. En cuanto a la introducción, no fuimos capaces de encontrar evidencias de la misma, y la vegetación en el lecho del barranco es en el mejor de los casos, de escaso porte y relevancia florística. Solo puntualmente destacan ejemplares aislados de árboles y arbustos en su mayoría escapados del ajardinamiento de la ciudad, y sobresale la abundancia de especies herbáceas invasoras como el rabo de gato (Pennisetum setaceum (Forssk.) Chiov. ) o el tomatero (Solanum lycopersicum L.), evidenciando el profundo estado de alteración de la vegetación.



La vegetación cumple muchas más funciones al margen de la meramente estética, siendo además un excelente bioindicador de la calidad ambiental. En nuestro ejemplo, una vegetación desarrollada y bien asentada en los márgenes del barranco, así como en los sistemas B y C del cauce, contribuirían a fijar el suelo reduciendo enormemente su erosión y fomentando incluso en algunos puntos su acumulación y creación. Las especies de mayor porte propias de un ambiente ripario  como pueden ser el balo (Plocama pendula Aiton) el sauce (Salix canariensis C. Sm. ex Link ) o la faya (Myrica faya Aiton) contribuirían además con sus troncos y firme enraizamiento a mitigar de forma natural parte de la fuerza del agua que transcurre entre ellos en el evento de una avenida.

La correcta revegetación del barranco en su conjunto se nos antoja clave en otros muchos aspectos, como en la integración paisajística del mismo en la ciudad, su uso como área de recreo y esparcimiento, la creación de un foco de calidad ambiental, la protección y el fomento de los ecosistemas locales o el carácter divulgativo y didáctico. Un híbrido parque naturaleza en el que se representa la vegetación potencial del cauce y sus laderas sería un importantísimo islote en el que numerosas especies tanto vegetales como animales encontraría primeramente refugio, y podrían con posterioridad potencialmente dispersarse a nuevos entornos cercanos, logrando así una gran labor de conservación. El atractivo de la obra aumentaría enormemente, siendo no solo mucho más vistosa sino también un elemento distintivo y seña de identidad de la ciudad y los ecosistemas locales. En definitiva, estimamos que las ventajas derivadas de la revegetación, el correcto ajardinamiento y el mantenimiento continuado de los mismos, sobrepasarían con creces sus costes, y que se postulan además como una firme solución a medio y largo plazo a los problemas erosivos y de sostenibilidad del proyecto.

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